
¿Qué es la compasión? En toda herida late la herida del mundo y en la herida del mundo late tú herida”
Pablo d´ORS
Ninguna persona se desarrolla sola. Así como las plantas necesitan tierra fértil para crecer, los seres humanos necesitamos personas que nos den soporte.
Si bien las plantas tienen un proceso de evolución que parece intrínseco a ellas, estas requieren de factores como el agua, el sol, el clima y por supuesto, una tierra fértil. Sin tierra no hay raíces que se fijen al suelo, ni tronco o tallo que pueda crecer para posteriormente dar sus frutos. Tal vez, las plantas puedan sobrevivir frente adversidades climáticas pero si hay algo con lo que no pueden desarrollarse, es sin un terreno donde crecer. A través de la sabiduría de las plantas y constantes analogías, he ido aprendiendo varias cosas sobre la vida, una de ellas es que sin tierra firme no crecemos.
¿Qué sería de nosotros sin el cuidado de nuestras madres y padres? ¿Qué sería de nuestra educación sin las maestras y maestros que nos impulsaron a indagar este mundo? ¿Qué sería de nosotros sin el amor y cariño de nuestras abuelas y abuelos? ¿Nuestra vida sería significativa sin los amigos y amigas que nos han rodeado a lo largo de la vida? ¿Nuestra vida sería igual de feliz sin esa persona que amamos? ¿Nuestra comunidad sería lo mismo sin nuestras vecinas y vecinos? ¿Qué sería de mí si no existiera mi mascota para acompañarme? ¿Sería un gran profesional sin un excelente entorno de colaboradores/as?
Muchas veces crecemos, alcanzamos logros, conseguimos lo que anhelamos y nos desarrollamos, pero ¿Miramos hacia atrás agradeciendo a aquellas personas que nos permitieron llegar a donde hemos llegado?
Siempre detrás de cada gran deportista, líder, político/a, académico/a y periodista; hubo un grupo de personas, compañeros/as de equipo, colaboradores/as y comunidad; que le acompañaron para brillar. Nuestro brillo no solo le pertenece a nuestra gesta, le pertenece a quienes nos acompañaron, soportaron y ayudaron en el camino. Por ejemplo, en mi caso, sin el apoyo de mis abuelas, abuelos, tías y tíos, quienes apoyaron a mi madre y padre, tal vez no hubiera podido lograr las oportunidades que tuve.
Desde el budismo, el concepto de la interdependencia nos ayuda a comprender esto. La interdependencia se explica como diría Javier Melloni “Todos/as somos todo, en todo momento”. Estamos hiperconectados en energía y materia, es así que cada acción que realizamos tiene impacto en la vida de las demás personas. Por esta razón, dependemos de un todo, al cual a veces ignoramos u olvidamos.
Siempre hemos dependido de otras personas. Curiosamente, en dos de las etapas más significativas de nuestra vida (cuando nacemos y cuando envejecemos) somos ultradependientes. No obstante, sin ir a experiencias “tan significativas”, también podemos llevarlo a nuestra vida cotidiana. Vamos a nuestro trabajo, porque alguien está manejando el transporte público; tomamos desayuno porque existen campesinos/as que trabajan los alimentos; tenemos casa porque hubo manos que las construyeron y así podríamos seguir.
¿Todo esto para qué?
Cuando vivimos conscientes de la interdependencia a lo largo de nuestra vida, considero que podemos obtener tres cosas:
Agradecimiento: agradecer por cada una de esos compañeros de viaje que se cruzan en nuestro camino para ayudarnos a crecer desde la familia hasta un compañero en cualquier trabajo.
Fraternidad: ser fraterno con cada persona que llega a nuestra a vida, desde un microsegundo como el señor que saludo en la tienda hasta mis amigos. Tratar a cada persona como si fuera mi hermano/a.
Amar la vida: cuanto sabemos que nuestra vida es gracias a las demás vidas, estamos en camino a amar la vida, porque eso es, momentos y personas que nos van dando luz en el camino.
Hoy nos invitó a recordar, agradecer y brindar por las personas que han sido tierra firme para que crezcamos y aprendamos de la vida.
Namasté
Que bella reflexión Pipe, gracias por compartir tus conocimientos.
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