El Perdón: Perdonar y Perdonarte

Espero que tengas: suficiente felicidad para hacerte dulce. Suficientes pruebas para hacerte fuerte. Suficiente dolor para mantenerte humano. Suficiente esperanza para ser feliz.

Madre Teresa de Calcuta

El budismo tiene un concepto clave, todos los pensamientos y fenómenos son perfectos por el simple hecho que pueden suceder, es decir, todo lo que sucede en la vida es perfecto, la llave secreta está en tener un grado de comprensión sobre esto, algo complejo cuando en nuestros tiempos se tiene tan bien armado y definido lo bueno y malo, felicidad y tristeza, éxito y fracaso. 

Como ha sido construida nuestra forma de pensar y sentir, es probable que todos tenemos una razón por la cual pedir perdón y alguna por la cual debemos perdonarnos. No solo eso, en muchas ocasiones de nuestra vida, la mochila más pesada sobre nuestro corazón, mente y alma está asociada a no perdonar o no habernos perdonado.

Primero pongamos sobre la mesa, perdonar. Tenemos agresiones de parte de nuestros seres queridos, nos han engañado, nos han visto la cara de tontos, hemos tenido un jefe que nos hizo la vida difícil, un daño físico o emocional, etc. Estas situaciones nos han hecho sentir dolor, ira, nos han sembrado desconfianza en las personas, hemos tenido pérdidas irreparables, no volver a ser el mismo de siempre, huellas imborrables, recordar con dolor a una persona, sentir odio por otros, incluso desearles o disfrutar su mal, etc. Adicionalmente, la ley universal de la energía, resalta el poder de la unidad, todos estamos conectados, todos somos uno y cada uno hace parte del todo, en consecuencia, al tener sentimientos y pensamientos negativos hacia otras personas, el principal afectado eres tú, con lo cual una constante proyección energética negativa hacia otra persona es un constante ataque a ti mismo.

Ahora bien, tenemos el perdón hacia nosotros mismos o perdonarte. Hemos cometido errores con nuestros seres queridos, lastimado a personas de forma inconsciente, atacado a nuestro propio cuerpo emocional y físico, incumplido acuerdos y compromisos con otras personas y nosotros mismos. Cuando han sucedido estos hechos, llegamos a vivir dándonos látigo, con baja autoestima, centrándonos en las cosas malas que nos suceden, jugando el papel de víctima, creyendo que no merecemos o no somos suficientes. Acá sí no hay dudas, vivir con esta carga o deuda con nosotros mismos, es maltratarnos y dejarnos heridas que pueden irse con nosotros a la otra vida.

La pregunta es: ¿qué hacemos? ¿Escapar toda la vida? ¿Cargar siempre una mochila pesada sin caminar ligeramente? ¿Malgastar nuestra energía? ¿Llorar y no avanzar? ¿Culpar a otras personas de nuestras limitaciones y no hacernos cargo de nuestra vida? ¿Quedarnos estancados en nuestro error y no tomar conciencia? Estoy convencido de que siempre habrá un momento para perdonarnos y perdonar. Esta preciosa vida te da cachetadas constantes de cómo perdemos tiempo en ese círculo de no perdón propio y hacia otras personas, cuando de un momento a otro ya no estás o personas a las cuales amábamos dejaron de estar a nuestro lado.

Perdonar: entender los victimarios como maestros

Porque se hablará tanto de perdonar si en definitiva todo lo que vivimos es perfecto y sabio. Mi madre, una mujer cargada de sabiduría, un día me explicaba como debíamos cambiar el concepto de perdonar por el de agradecer. Los grandes dolores causados por otras personas o situaciones en nuestra vida son aquellas huellas que nos llevan a cuestionarnos, mostrarnos con claridad un viejo modelo que debíamos dejar para tomar el nuevo modelo, reflexionar sobre la persona que somos, avanzar y hacer cambios trascendentales. Si esas huellas nos generan cambios importantes, no sería apropiado ver a esa persona o situación como un maestro en nuestra vida, alguien que ha venido a enseñarnos con la prueba más dura, pero en definitiva la más contundente, es decir, agradecer por aparecer en nuestro camino y brindarnos tanta sabiduría.

Nos excusamos en que nos han hecho daño para no avanzar, pero realmente tenemos miedo y siempre será más fácil decir que mi papá, mi mamá, mi esposo/a, mi jefe, mi amigo, etc. El miedo es a romper el convencionalismo, ver con amor a todos los seres, porque vivir desde esa energía, parece raro, pero es así, muchas veces es más difícil, implica aceptar, empatizar y vivir con un corazón compasivo. La madre Teresa de Calcuta tiene una frase apropiada: “Si no tenemos paz en el mundo, es porque hemos olvidado que nos pertenecemos el uno al otro, que ese hombre, esa mujer, esa criatura, es mi hermano o mi hermana”.

Perdonarte: Un acto de entrega

Uno de los grandes dolores humanos hasta el momento de la muerte está asociado a no perdonarnos errores cometidos. El Libro Tibetano de la Vida y la Muerte menciona que el tema trascendental no está en que nos perdonen, porque en definitiva no está en tu circulo de control que eso suceda y, por otro lado, si crees en Dios, Dios es perdón, todas las personas son iguales ante sus ojos. El tema fundamental es cómo te miras al espejo de forma humana y reconoces tus equivocaciones, te aceptas y entiendes como errar es parte de tu humanidad. 

Para esto es necesario realizar un acto de entrega, porque cuando has errado debes entregarte. Entregarte, como dice Eckhart Tolle, es ese momento en el cual te desprendes de todo tu ego y aceptas cómo afectaste a tu yo interno y a otros seres. Te miras al espejo con sinceridad, relacionas  las causas y  condiciones sobre las cuales se ha desarrollado tu vida que te han llevado a realizar las acciones que hayas hecho, sin juzgarlas, simplemente entendiendo que esa persona has sido tú y finalmente dejas morir quien eres, dejas morir la personalidad con la que muchas veces te identificaste. 

En ese acto de entrega es donde empiezan a florecer las nuevas oportunidades, la paz contigo mismo, se remueve la energía, cambia tu forma de ver las cosas, tu perspectiva se transforma en entender la causalidad, el karma y cómo esos son aprendizajes para purificar y llevarte a crecer y ser más evolucionado.

Tal vez, la invitación no es perdonar o perdonarte. Es mirar con amor todo lo que sucede en nuestra vida, aceptar la naturaleza de las cosas, comprender que las causas que determinan tus errores o los de otros vienen condicionados, pueden traer varias vidas, no hay que juzgarlos, hay que mirar y mirarse compasivamente y tomar conciencia. Siempre va haber una nueva oportunidad para amar y amarte. 

Namasté

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